George Eastman nació en el estado de Nueva York y creció en una granja de cuatro hectáreas junto a su familia. Su vida cambió radicalmente tras la muerte de su padre, un educador y emprendedor que había fundado la Eastman Commercial College.
Poco después, su hermana mayor contrajo polio y falleció, dejando a George y a su madre en una situación económica difícil. Desde pequeño mostró un gran talento para las finanzas, llevando un libro de contabilidad desde los siete años.
Nunca contrajo matrimonio, pero sostuvo una estrecha relación afectiva con Josephine Dickman, viuda de un socio comercial. Tras la muerte de su madre en 1907, Eastman se volcó en la filantropía. Donó más de 100 millones de dólares a instituciones académicas como el MIT y la Universidad de Rochester.
También ofreció beneficios médicos a sus empleados y compartió con ellos las ganancias de operaciones exitosas. En 1932, diagnosticado con una enfermedad irreversible que lo dejaría en silla de ruedas, decidió poner fin a su vida con una pistola, dejando una breve pero contundente nota: “Mi trabajo está hecho. ¿Para qué esperar?”.
La revolución de las placas secas
En 1875, mientras planeaba un viaje, Eastman descubrió lo engorroso del proceso fotográfico con placas húmedas. Estas requerían ser reveladas inmediatamente tras la captura, y todo debía hacerse en un entorno controlado para evitar que se velaran.
Decidido a simplificar el proceso, estudió intensamente el tema, incluso aprendiendo francés y alemán para acceder a publicaciones técnicas. Se formó con fotógrafos locales como George Monroe y George Seldon, y desarrolló una máquina capaz de fabricar placas secas de manera más eficiente y económica.
Este avance permitió a los fotógrafos llevar varias placas y revelarlas posteriormente, eliminando la necesidad de hacerlo en el momento. En 1880, fundó su primera empresa y comenzó a vender sus placas, ganando legitimidad cuando el principal distribuidor del país, E. & H.T. Anthony, aceptó vender su producto. Su reputación creció rápidamente y sentó las bases para una nueva era en la fotografía.
Nace Kodak y la fotografía para todos
La frustración de Eastman con su empleo bancario y el rechazo a un ascenso lo llevaron a fundar, junto con Henry Strong, la Eastman Dry Plate Company. En 1888, dieron un paso decisivo: lanzaron la primera cámara Kodak.
Esta estaba basada en el portarrollos que Eastman había desarrollado junto a William Walker, lo que permitía avanzar la película sin necesidad de cambiar placas manualmente. La cámara venía precargada con un rollo de 100 exposiciones.
Una vez usadas, el cliente enviaba toda la cámara por correo a la empresa junto con un billete de 10 dólares. Kodak revelaba las imágenes, colocaba un nuevo rollo y devolvía la cámara con las copias impresas.
Este modelo de servicio fue tan innovador que estableció una relación recurrente entre empresa y cliente, muy similar a las suscripciones actuales. La frase “You press the button, we do the rest” definía perfectamente su propuesta de valor: eliminar la complejidad técnica y hacer la fotografía accesible para todos.
Innovación química y uso militar
En 1889, Kodak contrató al químico Henry Reichenbach, quien desarrolló el primer rollo fotográfico flexible y transparente, sustituyendo al vidrio como soporte. Este avance permitió reducir drásticamente el peso y tamaño de las cámaras, lo que las hizo finalmente portátiles.
El nuevo rollo fue adoptado por Thomas Edison en sus primeras cámaras cinematográficas, extendiendo la influencia de Kodak al naciente mundo del cine. Durante las guerras mundiales, la empresa fabricó cámaras aéreas, lentes irrompibles y recubrimientos para alas de avión.
En la Guerra Fría, sus ingenieros colaboraron en proyectos secretos para el gobierno de Estados Unidos, incluyendo satélites espía y la tecnología que permitió mapear el 99% de la superficie lunar. Sus contribuciones tecnológicas estuvieron detrás de muchos hitos científicos y militares, aunque buena parte de ese trabajo fue mantenido en secreto incluso para las familias de los empleados.
Estrategias de marketing pioneras
Kodak comprendió desde temprano que su éxito no dependía únicamente de la tecnología, sino también de su capacidad para crear mercado. En 1892, Eastman formó un departamento de publicidad encabezado por Lewis Jones, que más tarde trabajaría con la agencia J. Walter Thompson.
Kodak fue una de las primeras empresas en utilizar la publicidad emocional para posicionar sus productos. Sus anuncios promovían la creación de recuerdos familiares, orientados principalmente a mujeres —las guardianas del hogar y la memoria— y a niños, con cámaras como la Brownie, vendida por solo un dólar.
Kodak organizó concursos, regaló estuches y accesorios, y publicó anuncios en revistas no especializadas, llevando la fotografía a audiencias nuevas. En 1910, introdujo a la “Chica Kodak“, figura publicitaria que evolucionó con la moda y las normas sociales de cada época, consolidándose como símbolo de la marca.
La consolidación de un gigante
Con la expansión del mercado amateur, Kodak se convirtió en un actor dominante. Las ventas crecieron de forma sostenida gracias a su estrategia de precios bajos y servicios asociados, como el revelado.
La empresa compró a muchos de sus competidores y se expandió a sectores como la farmacéutica, adquiriendo Sterling Drug. Mantuvo una política de vender únicamente productos que pudieran alcanzar a grandes masas, renunciando a incursionar en nichos pequeños. Esta lógica de volumen aseguraba márgenes constantes y reforzaba la lealtad de los clientes.
En 1930, con motivo del 50 aniversario de la empresa, Eastman regaló cámaras a todos los niños que cumplían 12 años, un gesto que no solo reforzó su imagen pública, sino que sembró fidelidad desde temprana edad en millones de futuros consumidores.
Kodak como aliado estratégico de gobiernos
Durante los conflictos del siglo XX, Kodak se convirtió en un proveedor clave para el gobierno estadounidense. Desarrolló la Kodak Medalist, una cámara robusta utilizada por los ejércitos de Estados Unidos e Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.
En la Guerra Fría, sus ingenieros trabajaron en secreto en proyectos de inteligencia que incluían cámaras orbitales como el programa Lunar Orbiter, capaz de enviar imágenes desde el espacio. La empresa también procesaba las imágenes tomadas por aviones espía U2.
Estas operaciones involucraban a cientos de empleados cuya labor era tan confidencial que ni sus familiares sabían qué hacían. Kodak dejó de ser solo una empresa de fotografía para convertirse en un engranaje fundamental de la seguridad nacional.
El nacimiento de la fotografía digital dentro de Kodak
En 1975, el ingeniero Steve Sasson desarrolló dentro de Kodak el primer prototipo funcional de cámara digital. Este dispositivo almacenaba 30 fotografías en un casete digital y era una innovación revolucionaria.
Sin embargo, los directivos de la empresa decidieron mantenerlo en secreto, temiendo que pudiera canibalizar su negocio de revelado, altamente lucrativo. La compañía optó por ignorar esta nueva línea tecnológica.
A finales de los años 90, Kodak se posicionó como el segundo mayor fabricante de cámaras digitales, pero cada unidad vendida representaba una pérdida económica. Intentaron replicar su viejo modelo con CDs y dispositivos especiales de reproducción, pero la estrategia no funcionó: los consumidores preferían transferir sus imágenes directamente a sus computadoras personales.
Las tres amenazas mal gestionadas
Kodak enfrentó tres desafíos cruciales que pusieron en jaque su modelo de negocio. Primero, la llegada de Polaroid con su cámara instantánea, que derivó en una costosa batalla legal por violación de patentes que Kodak terminó perdiendo en 1990, con una indemnización de 900 millones de dólares.
Segundo, Fujifilm desembarcó en el mercado estadounidense con productos más económicos y campañas publicitarias masivas, como el patrocinio de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.
Tercero, la masificación de la fotografía digital —que Kodak había inventado, pero no supo rentabilizar— erosionó rápidamente sus ingresos por venta de rollos y revelado. A pesar de tener el know-how y el liderazgo en el mercado, la empresa no logró implementar un modelo sostenible ante el cambio de paradigma.
Fujifilm: el camino que Kodak no tomó
Frente a la misma amenaza digital, Fujifilm adoptó una estrategia opuesta. Bajo la dirección de Shigetaka Komori, la compañía japonesa implementó una profunda reestructuración.
Redujo sus plantas, integró departamentos de investigación con áreas de negocio, y reconvirtió su tecnología química en soluciones para otros sectores. A través de su brazo FujiTac, comenzó a producir películas polarizadoras para pantallas LCD, dominando el 70% del mercado.
También incursionó con éxito en la cosmética y la farmacéutica. Mientras Kodak vio caer sus ingresos un 48% entre 2000 y 2010, Fujifilm los incrementó en un 57%. La clave fue entender que su fortaleza no era la fotografía, sino la química aplicada a productos de alta demanda en el nuevo siglo.
Un giro inesperado hacia lo farmacéutico
En 2020, en plena pandemia, Kodak anunció su incursión en la producción de ingredientes farmacéuticos activos tras recibir un préstamo federal de 765 millones de dólares. La noticia disparó sus acciones, pero también generó controversia.
Se detectaron movimientos bursátiles inusuales previos al anuncio y el CEO recibió 1.75 millones de acciones justo antes del comunicado oficial, lo que desató sospechas de uso de información privilegiada.
Kodak afirmó que reutilizaría su infraestructura y conocimiento químico para apoyar la independencia farmacéutica de Estados Unidos, en línea con políticas promovidas por el gobierno de Donald Trump. Sin embargo, el giro fue visto por muchos como desesperado, y no como parte de una estrategia clara de reconversión industrial.
El dilema de Kodak
La historia de Kodak es una metáfora poderosa sobre los peligros de aferrarse al éxito del pasado. Pese a haber inventado la fotografía digital, no supo adaptar su modelo de negocio. Su fracaso no fue técnico, sino estratégico: no entendió que el valor ya no estaba en capturar imágenes, sino en almacenarlas, compartirlas y reproducirlas digitalmente.
Mientras Fujifilm exploró nuevas aplicaciones para su tecnología, Kodak intentó sostener una industria que se desmoronaba. Su misión inicial —democratizar la fotografía— quedó desdibujada en un contexto donde la imagen ya era omnipresente.
Kodak no supo reinventarse a tiempo, y su caída es un recordatorio de que la innovación sin visión estratégica puede ser insuficiente para sobrevivir a las disrupciones tecnológicas.

10 mejores prácticas de negocio que aprendemos de Kodak
- Innóvate constantemente, pero también comunícalo y capitalízalo
Kodak desarrolló la primera cámara digital en 1975, pero ocultó el invento por temor a perder ingresos del negocio tradicional. Innovar sin integrar esa innovación al modelo de negocio puede resultar en una ventaja desperdiciada. - No te aferres al modelo que te hizo exitoso si el entorno cambia
El modelo de venta de cámaras baratas y ganancias por revelado fue revolucionario en su momento, pero Kodak lo extendió demasiado en la era digital, cuando el valor ya no estaba en imprimir fotografías. - Diversificar no es dispersarse: hazlo con visión estratégica
Kodak intentó expandirse comprando una farmacéutica (Sterling Drug) sin una estrategia clara. Fujifilm, en cambio, adaptó sus competencias químicas a industrias como cosméticos y pantallas LCD, logrando una transformación sostenible. - Detecta a tiempo cuándo tu tecnología principal se vuelve obsoleta
Kodak persistió con los rollos fotográficos incluso cuando las ventas globales cayeron al 10% de su nivel máximo. Retrasar decisiones críticas por nostalgia o miedo puede ser fatal. - Conecta emocionalmente con el consumidor, no solo racionalmente
Kodak fue pionera en publicidad emocional dirigida a mujeres y niños. Comprendió que vender memorias familiares era más poderoso que vender especificaciones técnicas. El marketing centrado en el usuario genera lealtad. - La eficiencia operativa debe acompañar a la innovación
Kodak tenía una estructura costosa que no pudo reconvertir a tiempo. Fujifilm reestructuró sus plantas, alineó investigación y estrategia, y logró eficiencia sin perder innovación. - Actúa rápido ante amenazas tecnológicas y no subestimes a tus competidores
Kodak tardó años en responder a la cámara instantánea de Polaroid, lo que le costó una demanda millonaria. Luego subestimó la entrada de Fujifilm al mercado estadounidense. La velocidad de reacción es clave en mercados tecnológicos. - Invierte en investigación con foco en el futuro, no en proteger el pasado
Kodak tenía el conocimiento químico y tecnológico para liderar nuevos sectores, pero lo usó principalmente para sostener su negocio principal. La inversión en I+D debe responder a las preguntas del futuro, no del pasado. - La cultura empresarial puede ser tu mayor activo o tu peor obstáculo
Kodak tenía talento técnico de primer nivel, pero su cultura interna estaba enfocada en proteger sus éxitos anteriores. Una cultura rígida impide adaptarse a nuevas realidades. - Reinventarse requiere coherencia con tus capacidades reales
En 2020, Kodak intentó resurgir como empresa farmacéutica en plena pandemia. Aunque tenía experiencia química, el giro pareció improvisado y fue percibido con escepticismo. Las reinvenciones deben estar ancladas en fortalezas comprobables y no en oportunidades coyunturales.